jueves, enero 20, 2011

Looking for Richard (Pacino, 1996)



Pacino in love
¿Cómo explicar el amor a alguien que no lo conoce? ¿Cómo hacer entender la pasión hacia un desconocido? Al Pacino conoce, y eso le lleva a amar, la obra de William Shakespeare. Y quiere compartir esa pasión.
Muchos académicos han intentado explicar la vida y obra de William Shakespeare. Muchos ingleses intentaron hacernos entender su genio y figura. Muchos actores han querido ser Hamlet, Macbeth o Romeo. Muchos cineastas han adaptado sus obras al séptimo arte. Pero para entender a un poeta, a un artista, hay que serlo. Al Pacino juega a ser Shakespeare. No nos cuenta lo que escribió, ni cómo lo hizo. Nos lo muestra. Y se empeña en hacernos amar su teatro, en sufrirlo y verlo nacer.

Y ¿qué mejor para dar a conocer tu pasión que componer un pequeño collage de conocimientos, sentimientos y acciones? Expertos que diseccionan la obra de Ricardo III para poder entenderla; jóvenes que se enfrentan a un ser desconocido; poetas empeñados en sacar el alma del dramaturgo; actores brillantes empeñados en resucitar sus personajes.

Una película sobre Shakespeare, una historia sobre Ricardo III… son ficción. Y solo nos apasionamos con las personas reales. Un documental sobre el escritor, o sobre su obra, nos aburriría; se convertiría en una segunda ficción. Algo lejano, estudiado desde fuera, medido con la precisión de un guión. Algo que nos parecería casi tan irreal como una fábula. Pero Pacino quiere presentarnos a Shakespeare como el amigo fiel que siempre acude a sus representaciones. Trae al escritor a la vida en un documental muy interesante que mezcla las visiones de distintas personas: personas que conocen, personas que aman (como el hombre de color o el escocés) y personas que traen a la vida a esos personajes a fuerza de conocerlos y entenderlos.

Estas últimas personas son las que nos meten en la historia de Ricardo III. Los geniales actores que aparecen en esta historia de Shakespeare según Al Pacino, nos acompañan, parecen gritarnos que eso es arte. La música, los decorados, el vestuario y la luz. Todo nos mete en la época medieval del rey Ricardo. Todo nos devuelve a nuestro set de rodaje urbano. Jamás entenderemos a Shakespeare desde Nueva York, y jamás lo amaremos desde la Edad Media. Al Pacino nos muestra como descubrir a Shakespeare ahora, hoy.  Y lo hace a través de imágenes teatrales, de actores geniales, de reuniones y ensayos… En este documental el sabio es el poeta, el actor, el genio. Solo vive quien lo hace con pasión, quien comparte su pasión. Y Al Pacino vive y muere como Ricardo III. Lo ha conseguido. 

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